Compartir el deseo de hacer algo nuevo con alguien es muy poderoso. 

Caminar por la endeble cuerda de lo desconocido, con ganas de conocer. 

Esa travesía enseña enormes lecciones. Me ha enseñado sobre la gente pero sobre todo sobre mí, porque arrancar lo quieto requiere de mucha fuerza, requiere de empuje y templanza. Así nació AMAI, en medio de la certeza de querer y la duda de poder. Y pues como ven, la certeza se sobrepuso a la duda y todos los días recordamos que si podemos. Y es que ahora me doy cuenta que este proyecto se fue formando y ha ido creciendo a partir de la participación de todos quienes están buscando lo mismo. En el camino nos encontramos, en la búsqueda nos reconocimos. Cambiar para mí es la herramienta más útil para crecer, y si no estamos dispuestos a probar algo distinto, es difícil crecer dentro de lo cotidiano, dentro de lo conocido y lo normalizado. Siento que en los últimos años cambiar de opinión, repensar lo que he tenido instalado en el cerebro durante toda la vida me ha hecho bien, me asusta, me emociona, y sobre todo sacude mi curiosidad, que sabemos lo mucho que se adormece bajo la sombra de lo monótono.. Estos últimos años han sido un reto para muchos, (y digo “muchos” por no caer en absolutismos). El mundo y sus formas se están transformando, se están adaptando, y como parte del mundo nos toca reconstruirnos, re-acomodar prioridades, re-definir conceptos, modificar tradiciones que carezcan de sentido actual, preguntarnos una y otra vez las mismas cosas, y aplaudir el cambio en lugar de sancionarlo. No nos castiguemos por pensar distinto a quienes ya no están, por re-ubicarnos en una tierra que ya no es igual. 

La era del individualismo se acaba. Conspirar para lograr solo el bienestar individual amenaza con nuestra humanidad y nos entumece… Somos islas, que aunque parezcan separadas unas de otras, se entrelazan por debajo y nunca carecen de unidad. Estamos conectados y nuestras acciones crean ondas que generan impactos, visibles a nuestros ojos o no. Re-codificarse en la casa,  responsabilizarnos por lo que somos, y elegir lo que queremos ser. Porque yo creo que la revolución y el cambio nacen en nuestra cama, en el baño, en la cocina, en el refri, en lo que comemos y lo que decidimos no comer. Redefinir ideas de belleza, de valor a partir de la realidad del mundo actual, entendiendo los tiempos, las necesidades de un planeta que está repleto de basura, repleto de nuestra moda, de nuestros desechos,de nuestra insaciable manía de comprar para sentir, para encajar, para convivir, para convencer, para aparentar. Crecer siempre genera incomodidad, pero la incomodidad puede volverse en  buena aliada, puede ser motor de acciones más alertas, menos sedadas. Puede propiciar decisiones distintas. 

De manera que agradezco a todas y todos los que han decidido salirse de lo cómodo y replantearse hábitos. El shampoo sólido, la crema del cuerpo sólida, los acondicionadores sólidos no son lo obvio, no es lo más común, tal vez no son la opción más fácil y cómoda a la hora de obtenerlos, pero si son una opción despierta, consciente, en donde el beneficio se expande más allá de quien lo usa. El beneficio viaja a las manos de quienes lo hacen y de vuelta al planeta que nos sostiene y nos da vida a todos. 

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22 septiembre 2022 — Marianna Burelli